viernes, 31 de marzo de 2023

NOVENA POR LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

Pidamos por una poderosa efusión del Espíritu Santo.

Cristo murió en la Cruz para que nosotros seamos transformados por el Espíritu en hijos de Dios, participando de su santidad. Pero debemos desearlo, pedirlo y disponernos a recibirlo.

Rezar cada día de la novena:

Acto de consagración al Espíritu Santo diario:

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza, y todo el amor de mi Corazón.

Me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones.

¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús.

Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

Oración por los 7 dones del Espíritu Santo

Oh, Señor Jesucristo, que antes de ascender al cielo prometiste enviar al Espíritu Santo para completar tu obra en las almas de tus Apóstoles y discípulos, dígnate concederme el mismo Espíritu Santo para que Él perfeccione en mi alma la obra de tu gracia y de tu amor.

- Concédeme el Espíritu de Sabiduría para que pueda despreciar las cosas perecederas de este mundo y aspirar sólo a las cosas que son eternas,

- el Espíritu de Entendimiento para iluminar mi mente con la luz de tu divina verdad,

- el Espíritu de Consejo para que pueda siempre elegir el camino más seguro para agradar a Dios y ganar el Cielo,

- el Espíritu de Fortaleza para que pueda llevar mi cruz contigo y sobrellevar con coraje todos los obstáculos que se opongan a mi salvación,

- el Espíritu de Conocimiento para que pueda conocer a Dios y conocerme a mí mismo y crecer en la perfección de la ciencia de los santos,

- el Espíritu de Piedad para que pueda encontrar el servicio a Dios dulce y amable,

- y el Espíritu de Temor de Dios para que pueda ser lleno de reverencia amorosa hacia Dios y que tema en cualquier modo disgustarlo.

- Márcame, amado Señor, con la señal de tus verdaderos discípulos y anímame en todas las cosas con tu Espíritu. Amén.

PRIMER DÍA (Viernes)

¡Espíritu Santo! ¡Señor de Luz! ¡Danos, desde tu clara altura celestial, tu puro radiante esplendor!

El Espíritu Santo

Sólo una cosa es importante: la salvación eterna. Por lo tanto, sólo una cosa hay que temer: el pecado.

El pecado es el resultado de la ignorancia, debilidad e indiferencia.

El Espíritu Santo es el Espíritu de Luz, de Fuerza y de Amor.

Con sus siete dones ilumina la mente, fortalece la voluntad, e inflama el corazón con el amor de Dios.

Para asegurarnos la salvación debemos invocar al Divino Espíritu diariamente, porque “el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza.

Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros” (Rom 8,26).

Oración

Omnipotente y eterno Dios, que has condescendido para regenerarnos con el agua y el Espíritu Santo, y nos has dado el perdón de todos los pecados, permite enviar del cielo sobre nosotros los siete dones de tu Espíritu, el Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento, el Espíritu de Consejo y de Fortaleza, el Espíritu de Conocimiento y de Piedad, y llénanos con el Espíritu del Santo Temor. Amén.

Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria

SEGUNDO DÍA (sábado)

¡Ven, Padre de los pobres. Ven, tesoros que sostienes. Ven, Luz de todo lo que vive!

El don del Temor

El don del Santo Temor de Dios nos llena con un soberano respeto por Dios, y nos hace que a nada temamos más que a ofenderlo por el pecado.

Es un temor que se eleva, no desde el pensamiento del infierno, sino del sentimiento de reverencia y filial sumisión a nuestro Padre Celestial.

Es el temor principio de sabiduría, que nos aparta de los placeres mundanos que podrían de algún modo separarnos de Dios.

 “Los que temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se humillan” (Ecl 2,17).

Oración

¡Ven, Oh bendito Espíritu de Santo Temor, penetra en lo más íntimo de mi corazón, que te tenga, mi Señor y Dios, ante mi rostro para siempre, ayúdame a huir de todas las cosas que te puedan ofender y hazme merecedor ante los ojos puros de tu Divina Majestad en el Cielo, donde Tú vives y reinas en unidad de la siempre Bendita Trinidad, Dios en el mundo que no tiene fin. Amén.

Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria

TERCER DÍA (Domingo)

Tú, de todos los consoladores el mejor, visitando el corazón turbado, da la gracia de la placentera paz.

El don de Piedad

El don de Piedad suscita en nuestros corazones una filial afección por Dios como nuestro amorosísimo Padre.

Nos inspira, por amor a Él, a amar y respetar a las personas y cosas a Él consagradas, así como aquellos que están envestidos con su autoridad, su Santísima Madre y los Santos, la Iglesia y su cabeza visible, nuestros padres y superiores, nuestro país y sus gobernantes.

Quien está lleno del don de Piedad no encuentra la práctica de la religión como deber pesado sino como deleitante servicio. Donde hay amor no hay trabajo.

Oración

Ven, Oh Bendito Espíritu de Piedad, toma posesión de mi corazón. Enciende dentro mío tal amor por Dios que encuentre satisfacción sólo en su servicio, y por amor a Él me someta amorosamente a toda legítima autoridad. Amén.

Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria

CUARTO DÍA (lunes)

Tú, en la fatiga dulce alivio, refresco placentero en el calor, solaz en medio de la miseria.

El don de Fortaleza

Por el don de Fortaleza el alma se fortalece ante el miedo natural y soporta hasta el final el desempeño de una obligación.

La fortaleza le imparte a la voluntad un impulso y energía que la mueve a llevar a cabo, sin dudarlo, las tareas más arduas, a enfrentar los peligros, a estar por encima del respeto humano, y a soportar sin quejarse el lento martirio de la tribulación aún de toda una vida. “El que persevere hasta el fin, ese se salvará”(Mt 24,13).

Oración

Ven, Oh Espíritu de Fortaleza, alza mi alma en tiempo de turbación y adversidad, sostiene mis esfuerzos de santidad, fortalece mi debilidad, dame valor contra todos los asaltos de mis enemigos, que nunca sea yo confundido y me separe de Ti, Oh mi Dios y mi máximo Bien. Amén

Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria

QUINTO DÍA (martes)

¡Luz inmortal! ¡Divina Luz! ¡Visita estos corazones tuyos y llena nuestro más íntimo ser!

El don del Conocimiento

El don del Conocimiento permite al alma darle a las cosas creadas su verdadero valor en su relación con Dios.

 El conocimiento desenmascara la simulación de las creaturas, revela su vacuidad y hace notar sus verdaderos propósitos como instrumentos al servicio de Dios.

Nos muestra el cuidado amoroso de Dios aún en la adversidad, y nos lleva a glorificarlo en cada circunstancia de la vida.

Guiados por su luz damos prioridad a las cosas que deben tenerla y apreciamos la amistad de Dios por encima de todo. “El conocimiento es fuente de vida para aquel que lo posee” (Prov 16,22).

Oración

Ven, Oh Bendito Espíritu de Conocimiento, y concédeme que pueda percibir la voluntad del Padre; muéstrame la nulidad de las cosas de la tierra, que tenga idea de su vanidad y las use sólo para tu gloria y mi propia salvación, siempre por encima de ellas mirándote a Ti y tus premios eternos. Amén.

Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria

SEXTO DÍA (miércoles)

Si tu apartas tu gracia, nada puro permanecerá en el hombre, todo lo que es bueno se volverá enfermo.

El don del Entendimiento

El Entendimiento, como don del Santo Espíritu, nos ayuda a aferrar el significado de las verdades de nuestra santa religión.

Por la fe las conocemos, pero por el entendimiento aprendemos a apreciarlas y a apetecerlas. Nos permite penetrar el profundo significado de las verdades reveladas y, a través de ellas, avivar la novedad de la vida.

Nuestra fe deja de ser estéril e inactiva e inspira un modo de vida que da elocuente testimonio de la fe que hay en nosotros. Comenzamos a “caminar dignos de Dios en todas las cosas complaciendo y creciendo en el conocimiento de Dios”.

Oración

Ven, Oh Espíritu de Entendimiento, e ilumina nuestras mentes, que podamos conocer y creer en todos los misterios de la salvación, y que por fin podamos merecer ver la eterna luz en la Luz, y en la luz de la gloria tener una clara visión de Ti y del Padre y del Hijo. Amén.

Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria

SÉPTIMO DÍA (Jueves)

Sana nuestras heridas, renueva nuestra fuerza. En nuestra aridez derrama tu rocío. Lava las manchas de la culpa.

El don de Consejo

El don de Consejo dota al alma de prudencia sobrenatural, permitiéndole juzgar con prontitud y correctamente qué debe hacer, especialmente en circunstancias difíciles.

 El Consejo aplica los principios dados por el Conocimiento y el Entendimiento a los innumerables casos concretos que confrontamos en el curso de nuestras diarias obligaciones en tanto padres, docentes, servidores públicos y ciudadanos cristianos.

El Consejo es sentido común sobrenatural, un tesoro invalorable en el tema de la salvación. “Y por encima de todo esto, suplica al Altísimo para que enderece tu camino en la verdad” (Ecl 37,15).

Oración

Ven, Oh Espíritu de Consejo, ayúdame y guíame en todos mis caminos para que siempre haga tu Santa Voluntad. Inclina mi corazón a aquello que es bueno, apártame de todo lo que es malo y dirígeme por el sendero recto de tus Mandamientos a la meta de la vida eterna que yo anhelo. Amén.

Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria

OCTAVO DÍA (viernes)

Dobla la voluntad y el corazón obstinado, funde lo que está helado, calienta lo que está frío. Guía los pasos que se han desviado!

El don de Sabiduría

Abarcando a todos los otros dones, como la caridad abraza a todas las otras virtudes, la Sabiduría es el más perfecto de los dones.

De la Sabiduría está escrito: “todo lo bueno vino a mí con Ella, y riquezas innumerables me llegaron a través de sus manos”.

Es el don de la Sabiduría el que fortalece nuestra fe, fortifica la esperanza, perfecciona la caridad y promueve la práctica de la virtud en el más alto grado.

La Sabiduría ilumina la mente para discernir y apreciar las cosas de Dios, ante las cuales los gozos de la tierra pierden su sabor, mientras la Cruz de Cristo produce una divina dulzura, de acuerdo a las palabras del Salvador: “Toma tu cruz y sígueme, porque mi yugo es dulce y mi carga ligera”.

Oración

Ven, Oh Espíritu de Sabiduría y revela a mi alma los misterios de las cosas celestiales, su enorme grandeza, poder y belleza. Enséñame a amarlas sobre todo y por encima de todos los gozos pasajeros y las satisfacciones de la tierra. Ayúdame a conseguirlas y a poseerlas para siempre. Amén.

Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria

NOVENO DÍA (sábado)

Tú, en aquellos que siempre más te confiesan y te adoran, en tus siete dones, desciende. Dales alivio en la muerte. Dales vida Contigo en las alturas. Dale los gozos que no tienen fin. Amén.

Los frutos del Espíritu Santo

Los dones del Espíritu Santo perfeccionan las virtudes sobrenaturales al permitirnos practicarlas con mayor docilidad a la divina inspiración.

A medida que crecemos en el conocimiento y en el amor de Dios, bajo la dirección del Santo Espíritu, nuestro servicio se torna más sincero y generoso y la práctica de las virtudes más perfecta.

Tales actos de virtudes dejan el corazón lleno de alegría y consolación y son conocidos como frutos del Espíritu Santo. Estos frutos, a su vez, hacen la práctica de las virtudes más activa y se vuelven un poderoso incentivo para esfuerzos aún mayores en el servicio de Dios.

Oración

Ven, Oh Divino Espíritu, llena mi corazón con tus frutos celestiales: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.

Que nunca esté yo cansado en el servicio de Dios sino que, por continua y fiel sumisión a tu inspiración, merezca estar eternamente unido Contigo, en el amor del Padre y del Hijo. Amén.

Padrenuestro y Avemaría, una vez. Gloria

ROSARIO DE LA RESURRECCIÓN


Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…

V. En los cielos y en la tierra sea para siempre bendito y alabado.                                                              R. El Santísimo Sacramento del Altar.

Padrenuestro

V. Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; Venga a nosotros tu reino; Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

R. El pan nuestro de cada día dánoslo hoy;  perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación; más líbranos del mal. Amén.

V. Dios te salve María; llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 

R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 

R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.  Amén.

Oración.

Soberano Señor Sacramentado, segura prenda de la eterna gloria, ésta estación recibe con agrado, por ser de tu pasión tierna memoria, haz que destruido el reino del pecado, tu Iglesia Santa cante la victoria, asistiéndola siempre con tus dones en sus necesidades y aflicciones. Amén.

Hagamos un acto de fe en Jesús, como Buen Pastor 

Credo de los Apóstoles: (Sobre un Crucifijo)

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.

Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.

(Leamos despacio y meditemos)

Tú Dios mío, eres mi pastor, contigo nada me falta. 

Me haces descansar en verdes pastos, Y para calmar mi sed me llevas a tranquilas aguas. 

Me das nuevas fuerzas y me guías por el mejor camino, porque así eres tú. 

Puedo cruzar lugares peligrosos y no tener miedo de nada, porque tú eres mi pastor y siempre estas a mi lado, me guías por el buen camino y me llenas de confianza.

Renovemos la confianza en la Divina Misericordia

Señor Jesús, vengo a tu presencia, reconociendo que no siempre he valorado el don de la vida. Tú me has regalado el existir, para que con tu gracia, fuese creciendo en vida plena, vida abundante.

Sin embargo, reconozco que muchas veces he dado lugar en mi mente a pensamientos que han ido en contra de la vida sobreabundante que tú quieres proveerme, perdóname por los pensamientos equivocados, por los pensamientos negativos y pesimistas, por los pensamientos de juicio y condenación contra  mis hermanos que niegan la misericordia, perdóname por aceptar los pensamientos que me han llevado al terreno de los vicios capitales.

 Perdóname, pues la aceptación de estos pensamientos me ha llevado a tener sentimientos negativos perdiendo así la paz y la alegría que viene de tu amor, hablando y actuando de manera equivocada. Hoy renuevo mi confianza en tu Divina Misericordia y en tu perdón, pidiendo también la gracia que a través de los misterios de la resurrección me concedas la vida nueva y abundante que quieres para mí y para las personas por quienes quiero interceder. Así sea.

Responsorio Penitencial:

A cada oración responderemos:

R. Señor ten piedad

• Por no valorar conscientemente la vida que me das…

• Por no valorar la vida de quienes están junto a mí…

• Por no valorar la vida de los menos favorecidos a los ojos del mundo…

• Por no valorar y defender la vida desde el vientre materno con mayor intensidad…

• Por no valorar la vida de los ancianos y los enfermos…

• Por las veces que no he cuidado y fortalecido la vida espiritual…

• Por no valorar y descuidar mi vida emocional…

• Por no alimentar el crecimiento de la vida intelectual…

• Por haber puesto en peligro en algunos momentos mi vida física o la de otras personas…

Señor Jesús, aumenta en nosotros el deseo de tener vida plena, vida abundante, a fin de que podamos ayudar a otros a amar la vida y a defenderla. Amén.

PRIMER MISTERIO

Jesús resucitado se presenta a su Madre, la Virgen Santísima. 

Pidamos a nuestra Madre santísima la gracia de la fidelidad y una confianza firme en Jesús vivo para que se nos muestre en el momento oportuno.

Nos dice Juan Pablo II

Después de que Jesús es colocado en el Sepulcro, María es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y sorprendente de la resurrección. La espera que vive la Madre del Señor el Sábado Santo constituye uno de los momentos más altos de su fe, en la oscuridad que envuelve el universo, ella confía plenamente en el Dios de la vida y recordando las palabras de su Hijo, espera la realización plena de las promesas divinas.

Contemplación y reflexión.

Contempla a María en Oración. Ella está postrada en una casita que posiblemente le han prestado, en las afueras de Jerusalén, entregando a Dios todo lo que hay en su oración. Cuantos recuerdos afloran a su mente, cuantos sentimientos dormidos despiertan en su corazón, la promesa del Arcángel Gabriel, la efusión del Espíritu Santo, por la cual Dios se encarno en su vientre, el nacimiento en Belén, la huida a Egipto, el Niño Jesús creciendo, sus primeros pasos, las primeras palabras, las risas y el asombro junto con José cada nuevo gesto de Jesús…

En todos estos recuerdos hay dolor, pero también hay agradecimiento por todo lo vivido y sobre todo, hay esperanza. Pues tiene la certeza de que su Hijo está por resucitar.

Puedes imaginar cómo, de pronto, se abre la puerta de la casa y con los primeros rayos del sol de la mañana entra Jesús con su Cuerpo glorificado. ¿Cómo habrá sido ese encuentro entre la madre y el Hijo? ¿Cómo habrá sido la mirada entre María y Jesús? Puedes pedirle al Espíritu Santo que te conceda la gracia de sentir internamente el amor de ese encuentro.

Jesús ayuda a su Madre a ponerse de pie y la abraza estrechamente junto a su pecho. Del divino Corazón surgen rayos de luz que colman el Corazón de María de una nueva Efusión del Espíritu Santo.

Pídele a María la gracia de participar, aunque sea en parte, de la resurrección, en gozo que su corazón traspasado por el dolor, experimento en ese momento.

Cuando Jesús resucitado, se presento a María, seguramente el alma de la Virgen volvió a entonar un cántico de gozo y alabanza, como muchos años antes había alabado a Dios al visitar a su pariente Isabel.

En ese entonces no fueron necesarias muchas explicaciones. El Espíritu Santo estaba haciendo su trabajo y dando a comprender sin palabras como el misterio de la vida se abría camino.

Ahora tampoco son necesarias las palabras, en el abrazo en que se funden como Madre e Hijo, el Espíritu se vuelca nuevamente en el alma de la Virgen y ella experimenta lo que en fe ya sabía: que Dios Padre siempre cumple sus promesas.

 Sumérgete tú también en ese abrazo y deja que el amor de Jesús resucitado y de María, restaure tu corazón.

Siente como esos rayos de luz, que surgen del Corazón abierto, pero glorificado de Nuestro Salvador, penetran en tu corazón y restaura las grietas por las cuales antes perdías la vitalidad y la alegría.

Pídele a Jesús que con su amor restaure tu identidad y fortalezca tu decisión de seguirlo y de serle fiel, de ahora en adelante, en todos los momentos de la vida.

Padre Nuestro… 10 Ave Marías…. Gloria…

Jaculatoria de Fatima: 

 Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

T. “Por el poder de la resurrección libérame y sáname, Señor.”

SEGUNDO MISTERIO

Jesús resucitado se aparece a María Magdalena junto al sepulcro.

Entreguemos a la Virgen santísima y a Dios nuestro Señor, todas las pérdidas que hemos experimentado a lo largo de los años, a fin de que seamos liberados de la amargura que nos produce el recuerdo angustiante de las perdidas no sanadas.

Nos dice el Cantar de los Cantares:

En mi lecho, durante la noche, busque al amado de mi alma. ¡Lo busque y no lo encontré! Me levantare y recorreré la ciudad, por las calles y las plazas, buscare al amado de mi alma. ¡Lo busque y no lo encontré! Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: “¿Han visto al amado de mi alma?” Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma. Lo agarre y no lo soltare.

Nos dice Juan Pablo II:

Jesucristo se aparece en primer lugar a las mujeres, sus fieles seguidoras y no a los discípulos y ni siquiera a los mismos Apóstoles, a pesar de que los había elegido como portadores de su Evangelio al mundo. Es a las mujeres a quienes por primera vez confía el misterio de la resurrección, haciéndolas testigos de esta verdad. Quizá quiera premiar su delicadeza y sensibilidad a su mensaje, su fortaleza, que las había impulsado hasta el Calvario. Quizá quiere manifestar un delicado rasgo de su humanidad, que consiste en la amabilidad y en la gentileza con que se acerca y beneficia a las personas que menos cuentan en el gran mundo de su tiempo.

Contemplación y reflexión:

Contempla a María Magdalena sentada sobre la roca exterior del sepulcro, mirando e interior vacío, la cabeza apoyada sobre la dura piedra, cansada de tanto dolor, de tanta perdida, de tanta incomprensión. Mientras esta allí quebrantada, porque se han llevado el cuerpo de su Señor; va rememorando cómo el encuentro con Jesús, cambió su vida. Ella no conocía el verdadero amor, hasta que Dios, con su delicadeza y respeto, sanó su identidad de mujer y le devolvió la dignidad perdida por el respeto, sanó su identidad de mujer y le devolvió la dignidad perdida por el pecado. Él le enseñó que era posible volver a empezar y en la mirada pura y dignificada de Jesús comenzó a verse a sí misma de un modo nuevo, diferente.

También a ti en este día, se te acerca el Señor Resucitado y te llama por tu nombre (siente en tu interior, con lo oídos del amor, la voz de Jesús pronunciando tu nombre…)

Muchos pueden pronunciar tu nombre, pero sólo Dios, por medio de su Espíritu Santo, puede hacerlo de tal forma que haga vibrar tu corazón. Póstrate espiritualmente ante él, entrégale el dolor por las pérdidas del pasado y del presente, y pídele en cambio que te ayude a abrir el corazón, a fin de que puedas ver en Jesús Resucitado, al Maestro de vida que te guía hacia el clarear de un nuevo día.

Padre Nuestro… 10 Ave Marías…. Gloria…

PADRE NUESTRO

V. Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea Tu Nombre;  venga a nosotros Tu reino; hágase Tu voluntad, en la tierra como en el Cielo.

R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.  Amén.

AVE MARÍA (10 VECES)

V. Dios te Salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

JACULATORIAS:

V. Toda la gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.            R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Oración: “Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz: “que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” El es el Camino, la Verdad y la Vida. Como tú, Madre, queremos llenarnos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y siempre decir con profunda fe “Señor mío y Dios mío”.

Jaculatoria de Fatima: 

 Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

T. “Por el poder de la resurrección libérame y sáname, Señor.”

TERCER MISTERIO

Jesús Resucitado se aparece nuevamente a los discípulos en la pesca milagrosa.

Te pedimos Señor, que cuando sintamos tu ausencia, sepamos confiar en que nuestros ojos no te vean y en nuestro corazón parezca que sólo habitan el silencio y la aridez…Tú estás presente.

Que tengamos paciencia y el amor para esperar nuevamente la pesca milagrosa y para reconocerte como Juan a la orilla de nuestras vidas a fin de exclamar con gozo: “Es el Señor”

Nos dice Juan Pablo II:

Es interesante analizar el proceso psicológico que los diversos encuentros con Jesús Resucitado dejan entrever: los discípulos experimentan una cierta dificultad en reconocer no sólo la verdad de la resurrección, sino también la identidad de Aquel que esta ante ellos y aparece como él mismo pero al mismo tiempo como otro: un Cristo “transformado”

Contemplación y reflexión:

Contempla a los discípulos que están pescando sobre la barca, la cual se mueve suavemente por el arrullo de las olas. Aún no ha amanecido y en el frío de la madrugada se respira la perplejidad pues Jesús Resucitado ya no pasa tanto tiempo con ellos. Al menos en la forma visible en que antes lo percibían. ¡Cuantas veces comenzamos a valorar los momentos en que tuvimos fervor espiritual, recién cuando nos toca atravesar etapas de aridez y sequedad!

Imagina que tu también estas en la barca con los apóstoles. No se habla mucho, hay poco que decir. Sabemos que quien ahora tiene que hablar es Jesús. Él lo hará en el momento en que crea que es mejor hacerlo. Mientras tanto esperamos y confiamos.

Al que creían muerto está vivo. Qué alegría… pero también cuantas preguntas se elevan ahora desde sus corazones a sus mentes: ¿Qué querrá Jesús que hagamos ahora? Se preguntan algunos de los discípulos; ¿me habrá perdonado por haberlo negado? Se pregunta Pedro… Y así en sus corazones hay más preguntas que respuestas… En sus corazones experimentan ahora más incertidumbres que certezas.

Quizás así es mejor… cuando quisieron construir sobre “la certeza” de creerse hombres importantes y poderosos todo se desmoronó, cuando hicieron el bien para buscar el reconocimiento y el respeto de la gente, perdieron todo lo que creían tener.

Hay que comenzar de nuevo les dice el Espíritu al corazón, lo están intuyendo fuertemente. Pero ¿Cómo?… quisieran tener todo bajo control y ahora van comprendiendo que el único al que pueden entregar el control de todas las áreas de su vida es a Jesús.

Quizás también nosotros, en algún momento de la vida pusimos en el corazón en certezas que después con los años demostraron que no eran tan firmes. Quizás también nosotros en algún momento construimos una espiritualidad a nuestra medida o parecer, pues no habíamos aprendido a escuchar en nuestro interior al Espíritu de Dios… 

Quizás también nosotros construimos sobre arena algunas etapas de nuestra vida, en lugar de construir sobre la Roca. Pero ahora es diferente, estamos aprendiendo, lentamente, pero aprendemos. Ansiamos la venida del Maestro y que nos confirme en el llamado a seguirle y a trabajar en la construcción de su Reino a su manera y no a la nuestra.

Padre Nuestro… 10 Ave Marías…. Gloria…

Oración: “Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz: “que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” El es el Camino, la Verdad y la Vida. Como tú, Madre, queremos llenarnos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y siempre decir con profunda fe “Señor mío y Dios mío”

Jaculatoria de Fatima: 

 Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

T. “Por el poder de la resurrección libérame y sáname, Señor.”

CUARTO MISTERIO

Jesús Resucitado se aparece a los discípulos de Emaús

Te pedimos Señor, la gracia de comprender y experimentar que no caminamos solos en el camino de la vida, sino que tú caminas junto a nosotros. Ayúdanos a confiar en tus promesas de bendición, habla a nuestros corazones y abre nuestros ojos y nuestro entendimiento para descubrir tu presencia en nosotros y en quienes has puesto a nuestro lado.

Nos dice Juan Pablo II:

Hay una realidad inicial en reconocer a Cristo por parte de aquellos a los que él sale al encuentro, como se puede apreciar en el caso de la Magdalena y de los discípulos de Emaús… Pero Jesús los lleva gradualmente al  reconocimiento y a la fe. Signo de la pedagogía paciente de Cristo al revelarse al hombre, al atraerlo, al convertirlo, al llevarlo al conocimiento de las riquezas de su corazón y a la salvación.

Contemplación y Reflexión:

Contempla en tu interior a estos dos hombres que, desanimados y tristes, caminan desde Jerusalén hacia Emaús. Contémplalos como los habrá contemplado el mismo Jesús. Escucha su conversación desesperanzada y sus discusiones, como la habrá escuchado Nuestro Señor y acércate a ellos como el Maestro se acerco. Quizás ellos te reflejen algún aspecto de tu vida o de lo que estás viviendo.

Él se acerca cada día para ayudarte a caminar cuando estas cansado, él se acerca como caminante silencioso para corregir la dirección de tus pasos, cuando estas caminando de manera equivocada, él se acerca cada vez que lo llamas por su nombre. Dile ahora: “Jesús amado, divino caminante de Emaús, acércate a mí, habla a mi corazón y enséñame tus caminos.”

Es necesario leer las Sagradas Escrituras, abriendo la mente y el corazón para poder escuchar a Dios, quien en más de dos mil años no ha cesado de hablar para decirnos que es necesario aprender a vivir.

Padre Nuestro… 10 Ave Marías…. Gloria…

Oración: “Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz: “que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” El es el Camino, la Verdad y la Vida. Como tú, Madre, queremos llenarnos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y siempre decir con profunda fe “Señor mío y Dios mío”

Jaculatoria de Fatima: 

 Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

T. “Por el poder de la resurrección libérame y sáname, Señor.”

QUINTO MISTERIO

Jesús resucitado se aparece a Tomás y a los demás discípulos que a causa del miedo están encerrados en el cenáculo.

Te pedimos que tu amor entre en nosotros y nos inunde, junto a la presencia de Jesús resucitado y al poder del Espíritu Santo, a fin de que seamos liberados de esas áreas de incredulidad, que al igual que el apóstol Tomás, no nos dejan creer plenamente en que Jesús está vivo.

Nos dice Juan Pablo II:

Jesús se presenta a los discípulos con su cuerpo transformado, hecho espiritual y participe de la gloria del alma, pero sin ninguna característica triunfalista. Jesús se manifiesta con una gran sencillez. Habla de amigo a amigo, con los que se encuentra en las circunstancias de la vida terrena.

Contemplación y reflexión:

Contempla el interior del Cenáculo y los discípulos alterados por la noticia de que hallaron el sepulcro vacío. Es que en ese momento, vacíos también estaban sus corazones, vacíos de fe, de esperanza y de alegría. Las puertas y las ventanas cerradas hacen que el lugar esté oscuro o iluminado tenuemente de manera artificial y que el aire se haya vuelto pesado y rancio por las lámparas de aceite, pero sobre todo por el vacío y a la vez, la pesadez que sienten los discípulos. En un ambiente así se hace hasta difícil respirar.

Cuando Jesús Resucitado se presenta debe invocar sobre ellos una nueva efusión de su Espíritu de paz, diciéndoles: “La paz esté con ustedes” este es el Shalom que tiene como objetivo no solo saludarlos, sino también exorcizar el miedo y la turbación que experimentan, pues piensan que están viendo un fantasma.

Pídele al Señor que sople sobre ti en este momento y siente en tu alma como te saluda con el Shalom, de modo que su paz arroje fuera de tu mente y de tu alma lo que no te deja tener la vida plena, lo que te impide dejar vivir a Jesús resucitado en tu corazón.

Luego, como Tomás, pones toda tu mano en la llaga del Corazón abierto de Jesús, e inundado del amor divino, caes postrado en su presencia, exclamando conmovido: “Señor mío y Dios mío”.

Más fuerte que los pecados, más fuerte que la infidelidad, más fuerte que la incredulidad misma es el amor que lleva al arrepentimiento y mueve a la conversión. Esto es tan cierto que entre los apóstoles solo uno llegó a tocar el Corazón de Jesús y es Tomás, convertido de su incredulidad.

También tú, si has tomado la decisión de comenzar de nuevo o de cambiar el rumbo, puedes hoy tocar el Corazón del Maestro. Anímate, pues él ya está tocando con tu gracia tu corazón.

Padre Nuestro… 10 Ave Marías…. Gloria…

Oración:  “Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz: “que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” El es el Camino, la Verdad y la Vida. Como tú, Madre, queremos llenarnos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y siempre decir con profunda fe “Señor mío y Dios mío”

Jaculatoria de Fatima: 

 Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

T. “Por el poder de la resurrección libérame y sáname, Señor.”


ORACIONES FINALES:

Letanías a Jesús

A cada letanía responderemos:

“Ten Misericordia de nosotros”

1.Jesús, resucitado

2.Jesús, amable

3.Jesús, admirable

4.Jesús, Dios fuerte

5.Jesús, mensajero del plan divino

6.Jesús, todopoderoso

7.Jesús, pacientísimo

8.Jesús, obedientísimo

9.Jesús, manso y humilde de corazón

10.Jesús, amante de la castidad

11.Jesús, amador nuestro

12.Jesús, Dios de paz

13.Jesús, autor de la vida

14.Jesús, modelo de virtudes

15.Jesús, celoso de la salvación de las almas

16.Jesús, nuestro Dios

17.Jesús, nuestro Refugio

18.Jesús, padre de los pobres

19.Jesús, tesoro de los fieles

20.Jesús, bueno

21.Jesús, verdadera luz

22.Jesús, sabiduría eterna

23.Jesús, bondad infinita

24.Jesús, camino y vida nuestra

25.Jesús, alegría de los ángeles

26.Jesús, rey de los patriarcas

27.Jesús, maestro de los apóstoles

28.Jesús, doctor de los evangelistas

29.Jesús, fortaleza de los mártires

30.Jesús, luz de los confesores

31.Jesús, pureza de las vírgenes

32.Jesús, corona de todos los santos

33. De todo mal 

R. Líbranos Señor

34.De todo pecado

35.De tu ira

36.De las asechanzas del demonio

37.Del espíritu impuro

37.De la muerte eterna

38.Del menosprecio de tus inspiraciones

39.Por el misterio de tu santa encarnación

R. Todo mal, líbranos Señor

40.Por tu natividad

41.Por tu infancia

42.Por tu divinísima vida

43.Por tus trabajos

44.Por tu agonía y pasión

45.Por tu Cruz y desamparo

46.Por tus sufrimientos

47.Por tu muerte y sepultura

48.Por tu resurrección

49.Por tu ascensión

50.Por tu institución en la santísima Eucaristía

51.Por tus gozos

52.Por tu gloria


Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo

Perdónanos Jesús

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo

Escúchanos Jesús

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo

Ten misericordia de nosotros Jesús.

Jesús óyenos, Jesús escúchanos


Oremos:

Te pedimos Señor que quienes veneramos el Santísimo Nombre de Jesús disfrutemos en esta vida de la dulzura de su gracia y de su gozo eterno en el Cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Jesús caminante

Cristo Jesús, Salvador deseado y esperado de la historia, de mi historia, ven a caminar por ella. Camina por mi pasado, mi presente y mi futuro.

Tú que caminaste por caminos, senderos y calles de pueblos y ciudades, camina hoy por mí y bendíceme con tu amor.

Tú que sanaste a los leprosos, cura la lepra que se produjo en mi ante aquellos pecados que por ser soberbio, débil o ignorante me sumieron en la enfermedad.

Tú que perdonaste a quienes se reconocían pecadores y los cubriste con tu amor, clava en tu Cruz todos mis pecados y unge mis heridas con tu bendita sangre.

Tú que sanaste a los sordos, cura y libérame del espíritu de sordera que no me deja percibir tu amor y escuchar tu voz, discernir tu Voluntad y escuchar el clamor de los hermanos que sufren.

Tú que curaste a los ciegos, libérame del espíritu de la ceguera que no me permite verte en mí constantemente vivir en alabanza por tu inigualable belleza.

Tú que sanaste a los epilépticos y mudos, libérame del espíritu de la epilepsia y mudez que me impide expresarme y expresar tu Palabra con sabiduría, prudencia, caridad, afecto y firmeza.

Tú que sanaste a los paralíticos, libérame del espíritu de parálisis en mis piernas y en mi alma, que me deja postrado largo tiempo haciéndome perder la virtud de la alegría y no sé hacia dónde dirigirme para hacer tu Voluntad.

Tú que resucitaste a los muertos, resucita Oh caminante santo, las áreas de mi historia, que están marchitas, agonizantes o muertas.

Tú que expulsaste a los demonios, libérame de toda fuerza o cercanía del espíritu del mal y colmame de tu santo y dulce Espíritu para que por tu gloria brillen los dones y carismas que me diste.

Envíame a tus santos Arcángeles y Ángeles para que me guíen a lo largo del camino y me colmen de tu paz.

Amén.

¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!

AL TERMINAR LOS MISTERIOS

Ofrecemos las siguientes oraciones por las intenciones del Papa, las necesidades de la Iglesia y las del estado y por la propagación de la fe.

V. Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea Tu Nombre;  venga a nosotros Tu reino; hágase Tu voluntad, en la tierra como en el Cielo.

R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.  Amén.

AVE MARÍA 

V. Dios te Salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

V. Toda la gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.          R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

LA SALVE

Dios te Salve, Reina y Madre de Misericordia, Vida, Dulzura y Esperanza nuestra.  Dios te Salve.  A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.  Ea pues, Señora Abogada nuestra, vuelve a nosotros ésos Tus ojos misericordiosos y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto Bendito de Tu vientre, Oh Clemente, Oh Piadosa, Oh Dulce Virgen María.  Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.  Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

CORONILLA A LA SANGRE DE CRISTO


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN INICIAL

¡Sangre de Cristo Redentora! Única fuente de Vida, te deseamos ardientemente como nuestra salvación. Báñanos, sánanos, libéranos. Una gota de Tu Sangre Divina sobre nosotros, basta para quedar limpios. Sangre Divina del Redentor del mundo, lávanos y séllanos en Ti.

LOS MISTERIOS

Primer misterio:

Sangre de Cristo Jesús, vertida en el Huerto de los Olivos sobre Tu Precioso Rostro, al meditar Tu Dolorosa Pasión por amor a todos nosotros.

Todos: Te Alabamos, Te Bendecimos y te Glorificamos! [Inclinamos levemente nuestra cabeza en este momento].

En las cuentas que corresponden al Padre Nuestro, se dirá:

"SANGRE DE CRISTO REDENTORA DEL MUNDO!

ANHELO DE LA HUMANIDAD,

R. CALMA NUESTRA SED".

En las cuentas que corresponden a las Avemarías, se dirá:

"JESÚS CÚBRENOS, 

R. CON TU PRECIOSA SANGRE".

[Gloria al terminar cada decena.] 

Segundo misterio:

Sangre de Cristo Jesús, vertida por los azotes en la columna, Sangre derramada por nosotros pecadores! Tanta Sangre Jesús! Tu Cuerpo como llaga abierta.

Todos: Te Alabamos, Te Bendecimos y te Glorificamos! [Inclinamos levemente nuestra cabeza en este momento].

 En las cuentas que corresponden al Padre Nuestro, se dirá:

"SANGRE DE CRISTO REDENTORA DEL MUNDO!

ANHELO DE LA HUMANIDAD,

R. CALMA NUESTRA SED".

En las cuentas que corresponden a las Avemarías, se dirá:

"JESÚS CÚBRENOS, 

R. CON TU PRECIOSA SANGRE".

[Gloria al terminar cada decena.]

Tercer misterio:

Sangre de Cristo Jesús, vertida en Tu Divina Cabeza, con la Coronación de Espinas, Oh! Tú, el Rey de Reyes!

Todos: Te Alabamos, Te Bendecimos y te Glorificamos! [Inclinamos levemente nuestra cabeza en este momento].

 En las cuentas que corresponden al Padre Nuestro, se dirá:

"SANGRE DE CRISTO REDENTORA DEL MUNDO!

ANHELO DE LA HUMANIDAD,

R. CALMA NUESTRA SED".

En las cuentas que corresponden a las Avemarías, se dirá:

"JESÚS CÚBRENOS, 

R. CON TU PRECIOSA SANGRE".

[Gloria al terminar cada decena.]

Cuarto misterio:

Sangre de Cristo Jesús, vertida por la calle de la Amargura, Tú Señor, el Hijo de Dios Vivo, cargando la Cruz, desgarrándote Tu Hombro Santo, y con tus tres caídas dolorosas desangrándote poco a poco.

Todos: Te Alabamos, Te Bendecimos y te Glorificamos! [Inclinamos levemente nuestra cabeza en este momento].

En las cuentas que corresponden al Padre Nuestro, se dirá:

"SANGRE DE CRISTO REDENTORA DEL MUNDO!

ANHELO DE LA HUMANIDAD,

R. CALMA NUESTRA SED".

En las cuentas que corresponden a las Avemarías, se dirá:

"JESÚS CÚBRENOS, 

R. CON TU PRECIOSA SANGRE".

[Gloria al terminar cada decena.]

Quinto misterio:

Sangre de Cristo Jesús, vertida en el madero de la Cruz, Sangre Bendita que brotó de Tus Manos y pies al clavarte en él. Sangre Divina que al morir, brotó con la lanza que traspasó Tu Corazón Amoroso y Tierno.

Todos: Te Alabamos, Te Bendecimos y te Glorificamos! [Inclinamos levemente nuestra cabeza en este momento].

En las cuentas que corresponden al Padre Nuestro, se dirá:

"SANGRE DE CRISTO REDENTORA DEL MUNDO!

ANHELO DE LA HUMANIDAD,

R. CALMA NUESTRA SED".

En las cuentas que corresponden a las Avemarías, se dirá:

"JESÚS CÚBRENOS, 

R. CON TU PRECIOSA SANGRE".

[Gloria al terminar cada decena.]

ORACIÓN FINAL

Divina Sangre de Jesús! Cada día de nuestra vida Te Amamos más, cúbrenos a nosotros y a toda la humanidad, eres nuestra esperanza, no mires nuestros pecados y rocíanos con Tu Sangre, para la Eternidad.

V. Bendito y Alabado Mi Jesús Sacramentado, 

R. en el Cielo y en la Tierra Vuestro Nombre sea Alabado. [Tres veces.]

Terminamos nuestra oración, cubriéndonos con la sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo...

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ROSARIO EN HONOR AL SAGRADO ROSTRO


Santísimo Rostro, Te invocamos, hasta que escuches nuestras oraciones Tú puedes ayudarnos maravillosamente, Santo Dios, Santo Dios Omnipotente, Santo Dios Inmortal Ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Vuelve Tu Rostro hacia nosotros y seremos salvados.

1ra. Década:

En las cuentas grandes rezamos:

Padre Celestial, humilde y fervorosamente Te ofrecemos los infinitos méritos y sufrimientos del Sagrado Rostro, Su preciosa Sangre, todas las heridas y lágrimas de Jesús, para mayor Gloria Tuya, para que nos ayudes en nuestra gran necesidad.

En las cuentas pequeñas rezamos en lugar del Ave María:

V. Oh Sagrado Rostro; cubierto de heridas, 
R. ten misericordia de nosotros que recurrimos a Ti.

2da. Década:

En las cuentas grandes rezamos:

Padre Celestial, humilde y fervorosamente Te ofrecemos los infinitos méritos y sufrimientos del Sagrado Rostro, Su preciosa Sangre, todas las heridas y lágrimas de Jesús, para mayor Gloria Tuya, para que nos ayudes en nuestra gran necesidad.

En las cuentas pequeñas rezamos en lugar del Ave María:

V. Oh Sagrado Rostro; cubierto con sangre, 
R. ten misericordia de nosotros que recurrimos a Ti.

3ra. Década:

En las cuentas grandes rezamos:

Padre Celestial, humilde y fervorosamente Te ofrecemos los infinitos méritos y sufrimientos del Sagrado Rostro, Su preciosa Sangre, todas las heridas y lágrimas de Jesús, para mayor Gloria Tuya, para que nos ayudes en nuestra gran necesidad.

En las cuentas pequeñas rezamos en lugar del Ave María:

V. Oh Sagrado Rostro; que derramas lágrimas con infinito amor, 
R. ten misericordia de nosotros que recurrimos a Ti.

4ta. Década:

En las cuentas grandes rezamos:

Padre Celestial, humilde y fervorosamente Te ofrecemos los infinitos méritos y sufrimientos del Sagrado Rostro, Su preciosa Sangre, todas las heridas y lágrimas de Jesús, para mayor Gloria Tuya, para que nos ayudes en nuestra gran necesidad.

En las cuentas pequeñas rezamos en lugar del Ave María:

V. Oh Sagrado Rostro; despreciado e insultado; 
R. ten misericordia de nosotros que recurrimos a Ti.

5ta. Década:

En las cuentas grandes rezamos:

Padre Celestial, humilde y fervorosamente Te ofrecemos los infinitos méritos y sufrimientos del Sagrado Rostro, Su preciosa Sangre, todas las heridas y lágrimas de Jesús, para mayor Gloria Tuya, para que nos ayudes en nuestra gran necesidad.

En las cuentas pequeñas rezamos en lugar del Ave María:

V. Oh Sagrado Rostro, silenciosamente soportando el más duro dolor, 
R. ten misericordia de nosotros que recurrimos a Ti.

AL FINAL DE LA 5ª DÉCADA:

 - Adoremos el Sagrado Rostro de Nuestro Señor Jesucristo, nuestro Salvador, cuyos méritos son infinitos y cuya misericordia es insondable. 
- Que Él nos conceda la remisión de nuestros pecados y la verdadera conversión. 
- Consolemos su Sagrado Rostro con la pureza de nuestras vidas, al ser valientes testigos de nuestra fe y por la profundidad de nuestro amor. Amén.

ORACIÓN AL DIVINO ROSTRO DE CRISTO

- Eterno Padre, Dios de infinito amor, bondad y misericordia, por el Inmaculado Corazón de María y en unión con San José y de todos los Ángeles y Santos y en nombre de todos los hombres y de las almas del purgatorio, te ofrezco el Rostro llagado, ensangrentado e inundado de lágrimas de tu muy amado Hijo.
- Te ofrezco este santísimo y adorable Rostro de nuestro Señor Jesucristo para expiar los pecados de todo el mundo, las blasfemias, sacrilegios e irreverencias; para la iluminación de tus sacerdotes y religiosos y por la conversión de todos los pecadores, en especial de los más obstinados; como también para las almas  del purgatorio.
- En tu rostro desfigurado por el dolor, reconozco la inmensidad de tu amor hacia mí. Imprime en mi corazón la imagen de tu divinidad, y dame un amor ardiente a Ti, para que un día pueda ver tu Faz glorificada. Amén.

Coronilla al Santo Rostro de Jesús


*OCTAVARIO REPARADOR AL SANTO ROSTRO*

*CORONILLA REPARADORA AL SANTO ROSTRO DE JESÚS*

_dada por Nuestro Señor a Sor María de San Pedro, para combatir a los enemigos de Dios, especialmente a los comunistas_

LA CORONILLA:

*PADRE ETERNO, Te ofrezco el Divino Rostro de Jesús, cubierto de sangre, sudor, polvo y saliva, en reparación de los crímenes de los comunistas, los blasfemos y por los que profanan el Santo Nombre y el Sagrado Día del Domingo.*

* Rezar en el Crucifijo: 

Padre Eterno, Te ofrezco la cruz de Nuestro Señor Jesucristo y todos los instrumentos de su Santa Pasión, para que Tú pongas división en el campo de Tus enemigos; porque como dijo Tu Hijo Amado: “Un reino dividido contra sí mismo caerá”.

* Rezar en las cinco cuentas siguientes:

1) *¡Que Dios se levante y que Sus enemigos se dispersen y que aquellos que Lo odian huyan ante Su Rostro! *

2) *¡Que el tres veces Santo Nombre de Dios eche abajo todos sus planes!*

3) *¡Que el Santo Nombre de Dios Vivo los divida a través de desacuerdos!*

4) *¡Que el poderoso Nombre de Dios de la Eternidad erradique toda su impiedad!*

5) *Señor, yo no deseo la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”*

* En la medalla:

 Rezar la oración de la “Flecha Dorada":

*_Que el Santísimo, Sacratísimo, adorabilísimo, misteriosísimo e inefable Nombre de Dios sea alabado, bendito, amado, adorado y glorificado en el Cielo, en la tierra y en el infierno, por todas las criaturas de Dios y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, en el Santísimo Sacramento del Altar. _* Amén.

* Rezar en las 33 cuentas pequeñas:

V. *_Levántate, oh Señor, y que Tus enemigos se dispersen,

R.  y que aquellos que Te odian huyan ante Tu Rostro._*

* Rezar en cada una de las 6 cuentas grandes:

*_Jesús mío, R.  misericordia”

y un “Gloria...”._*

En las tres últimas cuentas:

V. *_Levántate, oh Señor, y que Tus enemigos se dispersen,

R.  y que aquellos que Te odian huyan ante Tu Rostro._*

* Al final, rezar en la medalla: 

La anterior jaculatoria:

*PADRE ETERNO, Te ofrezco el Divino Rostro de Jesús, cubierto de sangre, sudor, polvo y saliva, en reparación de los crímenes de los comunistas, los blasfemos y por los que profanan el Santo Nombre y el Sagrado Día del Domingo.*

Se recomienda añadir: 

*V. _Oh María, sin pecado concebida, Patrona del mundo entero, 

R. ruega por nosotros que acudimos a Ti.”_*

CORONA DE LOS DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA


Por la señal de la Santa Cruz (✞), de nuestros enemigos (✞),  líbranos, Señor, Dios nuestro (✞). En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

V. Abrid, Señor, mis labios.

R. Y mi boca pronunciará vuestra alabanza .

V. Dios mío, atended benigno a mi favor.

R. Señor, venid a mi socorro con presteza.

Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto.

Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amen.

OFRECIMIENTO

¡Vengo a Vos, querida Madre mía, con el espíritu sediento de probar vuestros dolores! Vengo a unir mi corazón al Vuestro, deseoso de participar de los afectos que llenan vuestra alma atribulada. No os busco aquí adornada con el esplendor de la majestad con que os enriqueció el Señor, ni ceñida vuestra hermosa frente con la corona inmarcesible del reino celestial. Hoy os contemplo, Señora, bañada en amargo llanto, lacerado vuestro Corazón por las agudas espadas que lo atravesaron en la vida de Jesús, y llamando a mi interior con aquella voz doliente y amorosa de la más Afligida de las madres.

¡Oh, Madre mía! No os abandonaré en la tribulación terrible en que os halláis. ¡Quiero sentir con Vos los dolores de Jesús! ¡Quiero llorar y suspirar con Vos y mezclar tiernamente mis lágrimas con las que Vos derramáis por causa mía! Yo me complaceré, Señora, en la tristeza que anega vuestro espíritu: aprenderé con Vos a resistir a las angustias de mi agitada vida, y en los contratiempos, en las aflicciones, en los pesares que se digne enviarme la Bondad Divina encontraré a vuestro lado y con el solaz de vuestras acerbas penas el consuelo que no sabe dar el mundo con todos su placeres, y la resignación de llorar tranquilamente en la presencia de mi Dios.

Aceptad, Madre, mía, amorosísima, esta voluntad con que me uno a Vos en los Dolores de la Pasión y Muerte de Jesús, y concededme la gracia de saberos agradar, y aprovecharme en la meditación de vuestras amarguras. Alcanzadme, igualmente, que sepa conocer, como es debido, mis pecados: que sienta por ellos el mayor de todos los dolores y que persevere por siempre en la gracia del Señor y en vuestra dulce amistad.

PRIMER DOLOR

Lo tuvo la Virgen Santísima por la Profecía de Simeón

Tristes y de presentimientos dolorosos fueron las palabras que os dirigió el inspirado anciano. ¡Oh! ¡Cuánto había de herir a vuestro sensible espíritu, María, el anuncio de que Jesucristo os sería un motivo de tormento, y que una Espada de dolor atravesaría vuestra alma! Haced, querida Madre, que penetre esta pena mi duro corazón, a fin de que llore mis pecados, que son la causa de todas vuestras aflicciones.

Récense un Padrenuestro, siete Avemarías y un Gloria Patri.

SEGUNDO DOLOR

En la huida A Egipto por temor de Herodes

Tierno y todavía niño el buen Jesús ya se ve perseguido por la saña de un rey inicuo. Vos, Madre mía, tenéis que emprender una precipitada fuga para librarle de las crueles asechanzas. ¿Qué mucho que al considerar al Rey del Cielo fugitivo de las manos de sus enemigos se llene de amargura vuestro espíritu? ¡Oh! ¡No permitáis, querida Madre mía, que, a semejanza de Herodes, con mis culpas os obligue a apartaros de mi compañía!

Récense un Padrenuestro, siete Avemarías y un Gloria Patri.

TERCER DOLOR

Ocasionado por la pérdida de Jesucristo

Tres días anduvisteis, Madre mía, sin tener a vuestro lado a Jesucristo. Como la esposa de los Cantares, embriagada de amor, le buscasteis con aquel afán de una Madre que ha perdido al que nació de sus entrañas. Vos habíais perdido, María, al mismo Dios; y tan amante suya como erais de seros imposible vivir sin la compañía del Eterno Bien. ¡Oh! ¡Cuánto reprende a mi ingratitud vuestro dolor y cuánto dice a mi frío corazón cuando he perdido a Dios por el pecado! ¡Oh, Madre mía! Penetradme con la viveza de vuestro dolor por las pérdidas que he tenido de Jesús.

Récense un Padrenuestro, siete Avemarías y un Gloria Patri.

CUARTO DOLOR

Lo sufrió la Virgen Santísima cuando encontró a Jesucristo cargado con la Cruz en el Calvario

A la vista de aquella humanidad tan abatida, viendo a Jesús castigado como un criminal y llevando sobre sus espaldas la Cruz en que había de morir, vuestro pecho maternal se conmovió, Madre dulcísima, sintiendo toda la fuerza del más intenso dolor. ¡Oh! ¡Cómo se cumplió aquí la profecía de Simeón! ¿Podía haber espada más aguda que atravesara vuestra alma? ¡Sí, Madre mía, más duros son mis ojos y mi corazón que no derraman con Vos amargas lágrimas! Haced que, besando las pisadas de Jesús en el Calvario y abrazando su adorada Cruz, extinga mis pecados.

Récense un Padrenuestro, siete Avemarías y un Gloria Patri.

QUINTO DOLOR

Lo padeció María en la Crucifixión de Jesucristo

¡Cuántos motivos de aflicción encontrasteis, Madre mía, en la cima del Calvario! Los bárbaros judíos atravesaron el cuerpo de Jesús y aquellos clavos que penetraban la carne sacrosanta herían al propio tiempo vuestro amante Corazón. ¿Por qué no han de mover también mi alma para crucificar mis pasiones los golpes del martillo que taladraron a mi Salvador? ¡Haced, Señora, Vos que sois tan poderosa, lo que hasta ahora no han obrado en mí los tormentos de Jesús y que merezca padecerlos con Vos en la montaña!

Récense un Padrenuestro, siete Avemarías y un Gloria Patri.

SEXTO DOLOR

María Santísima lo padeció al recibir en sus brazos el cadáver de Jesús

¡Qué triste había de ser, oh, tierna Madre mía, el contemplar a Jesús cubierto de sangrientas Llagas y hecho cadáver amoratado y frío! ¡Qué terrible contraste al estrecharle en tal estado en vuestro pecho, con aquel de su hermosura infantil en que le habíais cubierto de besos y acariciado en sus primeros años! ¡Dulce María, haced que la amargura de este dolor atraviese mi espíritu, para que merezca mi alma ser recibida en vuestro seno en la hora de mi muerte con el amor con que recibisteis a Vuestro difunto Hijo!

Récense un Padrenuestro, siete Avemarías y un Gloria Patri.

SÉPTIMO DOLOR

Es la soledad en que la Virgen Santísima quedó cuando sepultaron a Jesús

Duro había de ser a vuestra alma el enterramiento de Jesús. Vuestro maternal amor se hubiera complacido en derramar abundancia de lágrimas sobre aquel cuerpo inanimado; pero la pesada losa os impedía el acercaros al objeto divino de vuestra ternura. ¡Oh! ¡Que pudiera yo a lo menos, Madre mía, sepultando mis afectos malos en un perpetuo olvido, hacerme digno de ser hijo vuestro, consolaros en tan triste soledad, y merecer vuestro amor santísimo!

Récense un Padrenuestro, siete Avemarías y un Gloria Patri.

ACCIÓN DE GRACIAS

¡Recibid, Madre mía amorosísima,, la expresión de mi profunda gratitud, por haberos dignado admitirme a la contemplación de vuestros Dolores sacrosantos! Concededme, Señora Dolorosa, que persevere siempre impresa en mi corazón la imagen viva de vuestros sufrimientos, para que meditando en ellos mis pecados, que fueron causa de tales amarguras, con un perfecto horror los huya de mi alma y practique la virtud, a fin de agradar a Dios y consolar vuestro atribulado espíritu en la Pasión de Jesucristo .

Récense tres Avemarías en honor de las lágrimas que en sus Dolores derramó la Santísima Virgen.

SANCTA MATER DOLOROSSISIMA, ORA PRO NOBIS!

miércoles, 29 de marzo de 2023

Rosario en Honor a San José con Jesús y María


Rosario a San José con Jesús y María de 10 salve José (Usar un Rosario normal)

Credo

Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos subió a los cielos, está sentado a la derecha de Dios, Padre todo poderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Primer Misterio

María Santísima suplica al Altísimo que santifique a San José aumentando sus dones de Gracia, para que Él sintonice con sus castísimos pensamientos y deseos.

1 Ave María, 10 Ave San José, 1 Gloria.

Ave María

V. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

R. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Ave San José

V. Dios te Salve San José, Elegido de la Gracia, El Señor es Contigo, Bendito Sois Vos entre los hombres, y Bendito es Vuestro Amantísimo Corazón, amparo y corredentor con Jesús y María.

R. San José, Padre del Hijo de DIOS y Nuestro Padre, auxílianos a nosotros pecadores ahora y en nuestra última hora.  Amén. (Repetir 10 veces)

Gloria

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén 

Segundo Misterio

San José alcanzó un grado admirable de caridad por Dios y por María Santísima que excedió a todas las criaturas que existieron y existirán; convirtiéndose así, en el hombre que más amó al Señor y Su Madre, y también el más amado por Ellos.

1 Ave María, 10 Ave San José, 1 Gloria.

Ave María

V. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

R. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Ave San José

V. Dios te Salve San José, Elegido de la Gracia, El Señor es Contigo, Bendito Sois Vos entre los hombres, y Bendito es Vuestro Amantísimo Corazón, amparo y corredentor con Jesús y María.

R. San José, Padre del Hijo de DIOS y Nuestro Padre, auxílianos a nosotros pecadores ahora y en nuestra última hora. Amén. (Repetir 10 veces)

Gloria

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

Tercer Misterio

Por su amor ardiente por Jesús y María, San José mereció poseerlos como ningún otro ser lo consiguió, volviéndose digno de que todas las generaciones y pueblos lo conozcan y bendigan; pues con ningún otro hizo tales cosas el Señor, ni manifestó tanto su amor.

1 Ave María, 10 Ave San José, 1 Gloria.

Ave María

V. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

R. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Ave San José

V. Dios te Salve San José, Elegido de la Gracia, El Señor es Contigo, Bendito Sois Vos entre los hombres, y Bendito es Vuestro Amantísimo Corazón, amparo y corredentor con Jesús y María.

R. San José, Padre del Hijo de DIOS y Nuestro Padre, auxílianos a nosotros pecadores ahora y en nuestra última hora. Amén. (Repetir 10 veces)

Gloria

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

Cuarto Misterio

San José fue favorecido toda su vida, con visiones y revelaciones divinas sobre los Misterios de Cristo Nuestro Señor y de Su Madre Santísima, viviendo en Santa compañía de ambos como verdadero esposo de la Reina y padre del mismo Señor.

1 Ave María, 10 Ave San José, 1 Gloria.

Ave María

V. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

R. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Ave San José

V. Dios te Salve San José, Elegido de la Gracia, El Señor es Contigo, Bendito Sois Vos entre los hombres, y Bendito es Vuestro Amantísimo Corazón, amparo y corredentor con Jesús y María.

R. San José, Padre del Hijo de DIOS y Nuestro Padre, auxílianos a nosotros pecadores ahora y en nuestra última hora. Amén. (Repetir 10 veces)

Gloria

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

Quinto Misterio

El Altísimo dispone que María Santísima, deba tomar estado de matrimonio, lo que causó perplejidad en la Virgen Sacrosanta, que deseaba servir al Dios en castidad perpetua; pero siendo la Maestra de las virtudes, hace acto de obediencia al Señor, creyendo y esperando en Él, con amor.

1 Ave María, 10 Ave San José, 1 Gloria.

Ave María

V. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

R. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Ave San José

V. Dios te Salve San José, Elegido de la Gracia, El Señor es Contigo, Bendito Sois Vos entre los hombres, y Bendito es Vuestro Amantísimo Corazón, amparo y corredentor con Jesús y María.

R. San José, Padre del Hijo de DIOS y Nuestro Padre, auxílianos a nosotros pecadores ahora y en nuestra última hora. Amén. (Repetir 10 veces)

Gloria

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén


LETANÍAS DE SAN JOSÉ

-Señor, ten piedad de nosotros.     Se repite

-Cristo, ten piedad de nosotros.

-Señor, ten piedad de nosotros.

-Cristo, óyenos.

-Cristo, escúchanos.


-Dios, Padre celestial                   R. Ten piedad de nosotros.

-Dios Hijo, Redentor del mundo

-Dios Espíritu Santo

-Santa Trinidad, un solo Dios


-Santa María,                             R. Ruega por nosotros.

-San José, 

-Ilustre descendiente de David

-Luz de los patriarcas

-Esposo de la Madre de Dios

-Custodio purísimo de la Virgen, 

-Nutricio del Hijo de Dios

-Diligente defensor de Cristo

-Jefe de la Sagrada Familia

-José justo

-José casto

-José prudente

-José fuerte

-José obediente

-José fiel

-Espejo de paciencia

-Amante de la pobreza

-Modelo de obreros

-Gloria de la vida doméstica

-Custodio de vírgenes

-Sostén de las familias

-Consuelo de los desdichados

-Esperanza de los enfermos

-Patrono de los moribundos

-Terror de los demonios

-Protector de la santa Iglesia, 


-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo     Perdónanos, Señor.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo    Escúchanos, Señor.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo    Ten piedad de nosotros.

V. Lo nombró administrador de su casa. 

R. Y señor de todas sus posesiones.

ORACIÓN

¡Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste elegir a San José para esposo de tu Santísima Madre!; te rogamos nos concedas tenerlo como intercesor en el cielo, ya que lo veneramos como protector en la tierra. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Para terminar: 

Oremos por el Santo Padre para que nos conduzca al triunfo del Inmaculado Corazón de María y del Sagrado Corazón de Jesús:

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

NOVENA BREVE A SAN JOSÉ


 NOVENA A SAN JOSÉ

San José, fiel padre proveedor del Divino Niño, esposo virginal de la madre de Dios, protector poderoso de la Santa Iglesia, venimos a ti para encomendarnos a tu protección especial.

Nada buscaste en este mundo sino la gloria de Dios y el bien del prójimo. Totalmente entregado al salvador, tu felicidad consistía en orar, en trabajar, en sacrificarte, en sufrir, en morir por El.

Fuiste un desconocido en este mundo pero íntimo de Jesús. Su mirada reposaba confiadamente en tu vida simple y oculta en El.

San José, has ayudado ya a tantos hombres, que recurrimos a ti con entera confianza. Tú ves a la luz de Dios nuestras necesidades, tú conoces nuestras preocupaciones, nuestras dificultades, nuestras penas. Solicitamos a tu paternal amabilidad este asunto particular… (Pedir la intención personal).

La ponemos entre tus manos que protegieron al Niño Jesús, pero antes que nada pide para nosotros las gracias de no separarnos nunca de Jesús por el pecado mortal, de conocerlo y de amarlo cada vez más, así como a su Santa Madre, de vivir siempre en presencia de Dios, de hacer todo en función de su gloria y el bien de las demás almas y de lograr algún día ver a Dios para alabarlo eternamente contigo. Así sea.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria 

Esta novena a San José es muy eficaz para hallar empleo (comprobado en numerosas ocasiones). Se puede hacer la novena en cualquier momento del año, y ¡sería sorprendente si al final de la misma, San José no le enviara un pequeño contrato! Puede hacer la prueba varias veces.

Esta novena está sacada del libro "Id a José"

Oración a San José para pedir la gracia de una buena muerte

San José, padre proveedor de Nuestro Señor Jesucristo, padre rebosante de gracias, esposo de la bienaventurada Virgen María. Tu vida fue completamente santa y justa y, por ello, nada vino a perturbar, al final de tu existencia, tu anhelo celestial. San José, patrón indicado de los moribundos, nos encomendamos a tí en nuestra última hora terrenal.

Cuando nuestras almas abandonen este mundo, pide por nosotros, con la Virgen María, tu santa esposa y nuestra madre, la gracia de vuestro hijo divino, para que, llenos de una fe imperturbable, de una esperanza inalterable y de una caridad incandescente, podamos vencer las tentaciones del enemigo malo y depositar nuestra alma sosegada, entre las manos del Padre, después de haber recibido dignamente a Jesús en la santísima Hostia. Así sea.

NOVENA A LA CAPA SANTA DE SAN JOSÉ


La Novena:

1.- Esta novena en honor de San José es llamada el Santo Manto de San José, para merecer el patrocinio de este gran santo de una manera particular y especial y a la vez tributarle honor.

2.- Es para ser recitada durante treinta días consecutivos en la memoria de los treinta años de San José en compañía de Jesús, Hijo de Dios. Si por alguna razón usted no puede recitar la oración de un día en particular, usted puede compensarla al recitarla el día 30, las veces que le faltó rezar la oración de la novena.

3.- Las gracias extraordinarias obtenidas por esta oración son innumerables. De hecho, Santa Teresa, dijo: " Si usted quiere realmente creer en él, pruébelo recitando la novena y finalmente se convencerá."

4.- Es más eficaz esta novena cuando se hace oración por las almas del Purgatorio.

Con la misma solicitud que ayudamos a secar las lágrimas de las almas que sufren, podemos esperar que San José, nos ayudará a secar nuestras lágrimas en nuestras necesidades. De esta manera, La Capa Santa de San José se extiende sobre nosotros y nos servirá como un escudo contra todos los peligros que nos acechan, de modo que podamos un día, con la gracia de Dios, obtener la salvación eterna.

Nuestro Señor y Nuestra Señora nos invita a amar, honrar y rezar a San José:

El mismo Jesús dijo a Santa Margarita, "Me gustaría que todos los días se ofrezcan oraciones especiales a mi madre y a San José, mi más dulce guardián.

"La Santísima Virgen le dijo a la Venerable Sor María de Jesús de Ágreda con relación a San José:

"Usted debe asegurarse de aumentar continuamente su amor y dedicación a este gran santo. En todas sus necesidades, usted debe servirse de su protección, bajo todas las circunstancias usted debe animar a tantas personas como le sea posible hacia esta devoción, de hecho, lo que mi devoto esposo pide en el cielo, Dios todopoderoso lo concederá en la Tierra"

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén.

Jesús, María y José, les doy mi corazón y el alma mía.

A nuestro Padre Celestial en acción de gracias por haber exaltado a San José a una posición de dignidad tan excepcional. (Recitar 3 Gloria...)

I

Oh Glorioso Patriarca San José, yo humildemente me postro ante ti. Ruego al Señor Jesús, a tu Esposa Inmaculada, la Virgen María, y todos los Ángeles y los Santos en la Corte Celestial, que me acompañen en esta devoción.

Te ofrezco este Manto precioso, mientras que prometo mi más sincera fe y devoción. Me comprometo a hacer todo en mi poder para honrarte a lo largo de mi vida para probar mi amor por ti.

Ayúdame, San José. Asísteme ahora y durante toda mi vida, pero especialmente en el momento de mi muerte, como tu fuiste asistido por Jesús y María, para unirnos un día en el Cielo y allí honrarte por toda la eternidad. R. Amén.

II

 Oh Glorioso Patriarca San José, postrado, delante de ti y de tu Divino Hijo, Jesús, te ofrezco, con sincera devoción, este precioso tesoro de la oración, siendo siempre consciente de las numerosas virtudes que adornan tu sagrada Persona.

En ti, Oh Glorioso Patriarca, se cumplió el sueño de tu precursor del primer José, que de por sí parece haber sido enviado por Dios para preparar el camino para tu presencia en esta tierra.

De hecho, no sólo te ha rodeado por el esplendor luminoso de los rayos del Sol Divino, de Jesús, sino que también tú fuiste espléndidamente reflejado en la brillante luz de la luna mística, la Santísima Virgen María.

 Oh Glorioso Patriarca, si el ejemplo del anciano Jacob, quien fue personalmente a felicitar a su hijo predilecto, quien fue exaltado en el trono de Egipto, sirvió para traer a todos sus descendientes allí, acaso no, deben el ejemplo de Jesús y María, que te honran con su mayor respeto y confianza, servirme para llevarme a mi tu fiel devoto, que me presente a ti con este Manto precioso en tu honor.

 Concédeme, oh Gran San José, que Dios Todopoderoso puede a su vez dirigir una mirada benévola hacia mí. Pues el ancestral José no rechazó a sus hermanos culpables y crueles, sino más bien los acepto con amor y protección y los salvó del hambre y la muerte, te lo suplico, Oh Glorioso Patriarca, a través de tu intercesión, haz que el Señor nunca me abandone en este exilio de valle de dolores.

 Haz que él siempre me nombre como uno de sus fieles siervos que viven tranquilos y seguros, bajo el patrocinio de tu Manto Santo.  Haz que yo pueda vivir siempre dentro de la protección de este patrocinio, todos los días de mi vida y sobre todo en el momento en que respire mi último aliento. R. Amén.

I

 Yo te saludo oh Glorioso San José, tú que estás encargado de invaluables tesoros del Cielo y la Tierra y eres el Padre adoptivo de Aquel que nutre a todas las criaturas del universo. Tú eres, después de María, el santo más digno de nuestro amor y devoción.

Tú solo, por encima de todos los Santos, has sido elegido para ese honor supremo de la crianza, orientación, de alimentar e incluso abrazar al Mesías, a quien tantos reyes y profetas habrían deseado mirar.

San José, salva mi alma y obtén para mí de la Divina Misericordia de Dios la petición que te ruego humildemente _________  Y para las almas del Purgatorio, concédeles un gran alivio en su dolor.

A nuestro Padre Celestial en acción de gracias por haber exaltado a San José a una posición de dignidad tan excepcional. (Recitar 3 Gloria...)

II

Oh poderoso San José, tú fuiste proclamado patrono de la Iglesia Universal, por lo tanto, yo pido tu auxilio, por encima de todos los otros Santos, como el mayor protector de los afligidos, y ofrezco incontables bendiciones a tu generosísimo corazón, siempre dispuesto a ayudar en cualquier necesidad.

A ti, oh Glorioso San José, vienen las viudas, los huérfanos, los abandonados, los afligidos, los oprimidos. No hay dolor, angustia o agonía que no has consolado. Dígnate, te ruego, utilizar en mi nombre los dones que Dios te ha dado, hasta que a mí también me concedas la respuesta a mi petición y que las almas benditas del purgatorio, recen a San José por mí.

A nuestro Padre Celestial en acción de gracias por haber exaltado de San José a una posición de dignidad tan excepcional. (Recitar 3 Gloria...)

III

Innumerables son aquellos que han rezado a ti antes que yo y han recibido consuelo y paz, gracias y favores. Mi corazón, tan triste y doloroso, no puede encontrar reposo en medio de esta prueba que me acosa.

Oh Glorioso San José, tú sabes todas mis necesidades, incluso antes de que las pronuncie en la oración. Tú sabes lo importante que esta petición es para mí. Me postro ante ti mientras suspiro bajo el peso del problema que se enfrenta a mí.

No hay corazón humano en el cual pueda confiar mi dolor, y aunque me encuentre a un ser compasivo que estaría dispuesto a asistirme, todavía no podría ayudarme. Sólo tú puedes ayudarme en mi dolor, San José, y te ruego oigas mi súplica.

Acaso No ha dejado Santa Teresa escrito en sus diálogos que el mundo debe siempre saber: "Todo lo que pidáis de San José, lo recibiréis."

Oh San José, consolador de los afligidos, ten piedad de mi tristeza y compadécete de las pobres almas que ponen en ti tanta esperanza en sus oraciones.

A nuestro Padre Celestial en acción de gracias por haber exaltado a San José a una posición de dignidad tan excepcional. (Recitar 3 Gloria...)

IV

1. Oh Sublime Patriarca San José, a causa de tu perfecta obediencia a Dios, interceder por mí.

2. Por tu santa vida llena de gracia y de méritos, oye mi oración.

3. Por tu nombre dulcísimo, ayúdame.

4. Por tus lágrimas santísimas, confórtame.

5. Por tu siete dolores, intercede por mí.

6. Por tus siete alegrías, consuélame.

7. De todo mal del cuerpo y del alma, líbrame.

8. De todos los peligros y desastres, sálvame.

9. Ayúdame con tu poderosa intercesión y obtenme, por tu poder y misericordia, *todo lo necesario para mi salvación y en particular el favor que ahora te presento con gran necesidad _____________ .

A nuestro Padre Celestial en acción de gracias por haber exaltado a San José a una posición de dignidad tan excepcional. (Recitar 3 Gloria...)

V

Oh Glorioso San José, son innumerables las gracias y favores que has obtenido para las almas afligidas. Asistes a los Enfermos de cualquier naturaleza, ayudas a los oprimidos, perseguidos, traicionados, privado de todo consuelo humano, incluso aquellos que necesitan del pan de vida,  todos los que imploran tu poderosa intercesión son consolados en su aflicción.

Oh querido San José, no permitas que yo sea el único de todos los que han apelado a ti, a quien niegues esta petición que yo tan ardientemente te suplico. Demuéstrame incluso a mí, tu bondad y generosidad, para que pueda gritar en acción de gracias, "¡Gloria eterna a nuestro Santo Patriarca San José, mi gran protector en la Tierra y el defensor de las Almas Santas en el Purgatorio."

A nuestro Padre Celestial en acción de gracias por haber exaltado a San José a una posición de dignidad tan excepcional. (Recitar 3 Gloria...)

VI

Eterno Padre, que estás en el cielo, por los méritos de Jesús y María, te ruego me concedas mi petición.

En el nombre de Jesús y María, me postro ante tu presencia Divina y te ruego que aceptes mi súplica llena de esperanza para perseverar en la oración para que pueda ser contado entre la multitud de aquellos que viven bajo el patrocinio de San José.

Extiende tu bendición sobre este precioso tesoro de las oraciones que ofrezco hoy a él como prenda de mi devoción.

A nuestro Padre Celestial en acción de gracias por haber exaltado a San José a una posición de dignidad tan excepcional. (Recitar 3 Gloria...)

1.San José, ruega para que Jesús pueda entrar en mi alma y me santifique. 

2.San José, ruega para que Jesús pueda entrar en mi corazón e inspirarme con la caridad. 

3.San José, ruega para que Jesús pueda entrar en mi mente y me ilumine. 

4.San José, ruega para que Jesús pueda guiar mi voluntad y la refuerce. 

5.San José, ruega para que Jesús pueda dirigir mis pensamientos y purificarlos. 

6.San José, ruega para que Jesús pueda guiar mis buenos deseos y dirigirlos. 

7.San José, ruega para que Jesús pueda mirar mis acciones y extienda sobre mi sus bendiciones. 

8.San José, ruega para que Jesús me inflame de amor por él. 

9.San José, solicita de mi parte a Jesús la imitación de tus virtudes. 

10.San José, pide de mi parte a Jesús un verdadero espíritu de humildad . 

11.San José, pide de mi parte a Jesús mansedumbre de corazón. 

12.San José, pide de mi parte a Jesús la paz del alma. 

13.San José, pide de mi parte a Jesús el santo temor del Señor. 

14.San José, pide de mi parte a Jesús un deseo de perfección. 

15.San José, pide de mi parte a Jesús una dulzura de corazón. 

16.San José, pide de mi parte a Jesús un corazón puro y caritativo. 

17.San José, pide de mi parte a Jesús la sabiduría de la fe. 

18.San José, pide de mi parte a Jesús su bendición de la perseverancia de mis buenas obras. 

19.San José, pide de mi parte a Jesús la fuerza para llevar mis cruces. 

20.San José, pide de mi parte a Jesús el desprecio por los bienes materiales de este mundo. 

21.San José, pide de mi parte a Jesús la gracia de caminar siempre en el camino angosto hacia el Cielo. 

22.San José, pide de mi parte a Jesús la gracia de evitar toda ocasión de pecado. 

23.San José, pide de mi parte a Jesús un deseo santo de la felicidad eterna. 

24.San José, pide de mi parte a Jesús la gracia de la perseverancia final.

25.San José, no me abandones. 

26.San José, ruega que mi corazón nunca deje de amarte y que mis labios nunca dejen jamás de elogiarte. 

27.San José, por el amor que le tienes a Jesús, haz que yo pueda aprender a amarlo. 

28.San José, amablemente acéptame como tu fiel devoto. 

29.San José, yo me entrego a ti, acepta mis ruegos y escucha mi oración. 

30.San José, no me abandones en la hora de mi muerte.

T. Jesús, María y José, les doy mi corazón y el alma mía. 

A nuestro Padre Celestial en acción de gracias por haber exaltado a San José a una posición de dignidad tan excepcional. (Recitar 3 Gloria...)

I

Acuérdate, oh purísimo esposo de María y mi amadísimo guardián, San José, que jamás se ha oído decir que alguno de los que han implorado tu protección y pedido tu ayuda, ha sido dejado sin consuelo.

Animado con esta confianza, acudo a ti con todo el fervor de mi espíritu, me encomiendo a ti. No desprecies mi súplica, oh Padre Adoptivo del Salvador, antes bien, dígnate recibirla favorablemente y concedérmela. R. Amén.

II

Glorioso San José, esposo de la Santísima Virgen María y virginal padre de Jesús, guárdame y vela por mí, llévame por el camino de la gracia santificante, presta atención a las necesidades urgentes que ahora te pido que envuelvas dentro de los pliegues de tu manto paternal.

Aparta de mí, los obstáculos y las dificultades que se encuentran en el camino de mi oración y concede que la feliz respuesta a mi petición pueda servir para la mayor gloria de Dios y mi salvación eterna.

Como prenda de mi eterna gratitud, me comprometo a difundir la noticia de tu gloria, mientras que daré gracias al Señor por tener tanta bendición de tu poder y maravillas en el Cielo y la Tierra. R. Amén.

1.Señor, ten misericordia de nosotros

2.Cristo, ten misericordia de nosotros.

3.Señor, ten misericordia de nosotros.

4.Cristo óyenos.

5.Cristo escúchanos.


6.Dios Padre celestial,             R. ten misericordia de nosotros.

7.Dios Hijo, Redentor del mundo,     

8.Dios Espíritu Santo,     

9.Santa Trinidad, un solo Dios, 


10.Santa María,                     R. ruega por nosotros.

11.San José,     

12.Ilustre descendiente de David,      

13.Luz de los Patriarcas,     

14.Esposo de la Madre de Dios,     

15.Casto guardián de la Virgen,     

16.Padre nutricio del Hijo de Dios,     

17.Celoso defensor de Cristo,    

18.Jefe de la Sagrada Familia,     

19.José, justísimo,     

20.José, castísimo,    

21.José, prudentisimo,     

22.José, valentísimo,     

23.José, fidelísimo,     

24.Espejo de paciencia,     

25.Amante de la pobreza,     

26.Modelo de trabajadores,     

27.Gloria de la vida doméstica,     

28.Custodio de Vírgenes,     

29.Sostén de las familias,    

30.Consuelo de los desgraciados,     

31.Esperanza de los enfermos,      

32.Patrón de los moribundos,     

33.Terror de los demonios,     

34.Protector de la Santa Iglesia,    


35.Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: perdónanos, Señor.

36.Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: escúchanos, Señor,

37.Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: ten misericordia de nosotros.

V.- Le estableció señor de su casa.

R.- Y jefe de toda su hacienda.

Oremos

Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tenerle por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén

Oh Glorioso Patriarca San José, tú que fuiste elegido por Dios por encima de todos los hombres para ser la cabeza terrenal de la más santa de las familias, te ruego que me aceptes en los pliegues de tu manto sagrado, que llegues a ser el guardián y custodio de mi alma.

A partir de este momento, yo te elijo como mi padre, mi protector, mi consejero, mi Santo Patrón y te ruego que custodies mi cuerpo, mi alma, todo lo que soy, todo lo que poseo, mi vida y mi muerte.

Mírame como uno de tus hijos; defiéndeme de la traición de mis enemigos, invisibles o visibles, ayúdame en todo momento en todas mis necesidades, consuélame en las amarguras de mi vida, y especialmente a la hora de mi muerte.

Di tan solo una palabra a mí favor al Divino Redentor a quien tú fuiste considerado digno de sostenerlo en tus brazos, y ser digno de la Santísima Virgen María, tu castísima esposa. Pide para mí las bendiciones que me llevarán a la salvación. Inclúyeme dentro de los más queridos por ti y yo te demostraré que soy digno de tu especial amparo. R. Amén.

A ti clamamos en las tribulaciones, Oh Bendito San José, suplicamos con confianza tu amparo, después de la de tu santísima esposa, la Virgen María.

Por ese enlace sagrado de devoción que te ligó a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, y por el amor paternal que prodigaste al niño Jesús, te pedimos echar una mirada sobre los dones celestiales que el Divino Redentor ha obtenido para toda la humanidad a través de su Preciosa Sangre y por tu poder y misericordia, ayúdanos en nuestras necesidades.

Oh Santo protector de la Sagrada Familia, protégenos a nosotros los niños de nuestro Señor Jesucristo, mantén lejos de nosotros los errores y males que corrompen el mundo, ayúdanos desde el cielo en nuestras luchas contra los poderes de las tinieblas.

Como tú una vez protegiste al Divino Niño de la crueldad del edicto de Herodes, ahora defiende la iglesia y mantenla segura de todos los peligros y amenazas, reparte sobre todos nosotros tu Santo amparo, para que siguiendo tu ejemplo y con la ayuda de tu guía espiritual, todos podamos aspirar a una vida virtuosa, una muerte santa y asegurar para nosotros la bendición de la felicidad eterna en el Cielo. R. Amén.

Bendito San José: colocamos en tu Corazón castísimo, el valor de la indulgencia plenaria que la Iglesia nos permite ganar con el rezo de esta novena, orando por las intenciones del Romano Pontífice y las de la Santa Madre Iglesia.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Por las Almas del Purgatorio

* Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Que las almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén.